¿Por qué no me puedo ir a dormir?
Racing generó más y mejores opciones de gol que el rival encumbrado. Lo tuvo agarrado del cuello en los últimos y escasos 51 minutos del segundo tiempo. No pasó del 0 a 0 porque esto es fútbol.
Cuando el discreto árbitro chileno Piero Maza, que nos dio una mano expulsando al ecuatoriano Plata, por jugar a la mancha con Marcos “Red”…
Les quería decir que, cuando el juez pitó el final, pasaron diez segundos en los que tuve nostalgia por lo que pudo ser e indefectiblemente no sucedió, y lo que siguió fue alivio.
Me apoyé a una columna, como quien deja caer el peso del cuerpo contra el parante del arco, y miré el festejo ajeno con ojos de tranquilidad.
Tuve alivio de ser altamente competitivos con un plantel gastado energéticamente… con futbolistas que llegaron por debajo del punto físico óptimo –pese a lo cual sobresalieron-.
Y no es que Diego Milito, como líder de la dirigencia prometió potenciar la calidad deportiva y apenas amagó… no, no es por eso que no me puedo ir a dormir.
Hay emoción por tener a un entrenador que nos hace creer que somos el Barcelona de Guardiola o el PSG 2024 de Luis Enrique, y eso nos infla el pecho y la esperanza y, como si fuera poco, nos lleva a una realidad que es palpable. Es tan fenómeno que, en tiempos de entrenadores que evaden responsabilidades, él declara “defraudé a mi gente”, cuando todo lo que hizo y hace es lo contrario, genera orgullo en su gente.
Si todo eso es tranquilidad… ¿por qué no me puedo ir a dormir?
Comprendo el fútbol. Entiendo que, en este tipo de definiciones, los detalles hacen la diferencia. Y hay veces que los detalles juegan de tu lado (como contra Peñarol y Vélez), y otras veces que son esquivos y se esconden a favor del adversario (como ante Flamengo).
Si comprendo y entiendo… ¿Por qué no me puedo ir a dormir?
Escribo estas líneas sin saber el motivo…
Además, no era una fija que estemos en la final. Los candidatos siempre fueron ellos, con un plantel para competir en casi cualquier liga de Europa.
Sumale que fuimos campeones de la Sudamericana el año pasado, ante Cruzeiro, después de 36 años sin títulos internacionales. Y en el inicio de esta temporada le ganamos la Recopa a Botafogo.
Si todo suma y nada resta, ¿por qué no me puedo ir a dormir?
Repaso las cábalas y las hice a todas… incluso sumé algunas, que fueron justo antes de la expulsión de ellos. Imaginate, entonces, si valió la pena ese agregado en el ritual.
Estoy tranquilo, sereno y consciente… estar entre los mejores del Continente es fenomenal.
Ya sé que en este país siempre queremos ganar el partido que sea de cualquier campeonato y en cualquier categoría. Pero tengo clarísimo que no es la derrota lo que no me permite ir a dormir.
Y, como si fuera poco, Mateo, mi hijo, y Matías, mi sobrino, vivieron la fiesta en el “Cilindro”. Compartieron la pasión y la emoción familiar por la “Academia”…
Eso es. Ahí está el asunto…
Uno no es que sufra por uno, es por la extensión de los de uno. Porque vi las caras de Mateo y Matías en las tribunas, en la fiesta, y las vi en el pos partido, y ese dolor que cala el estómago, aunque los dos sonrían, se nota en los ojos y en la garganta herida.
Ahora me doy cuenta de los ojos de mi hermano mayor, Lalo, cuando descendimos en 1983. No era por él, era por mí, que apenas tenía 9 años.
Y entiendo los ojos de alivio de mi hermano Javier, cuando fuimos juntos a ver el partido clave para salvar la categoría, el 29 de junio de 2008 en el 1-0 de la Promoción ante Belgrano, en el “Cilindro”.
La ida, en Córdoba, cuatro días antes, la vimos en el “Chateau” con mi sobrino Matías, por entonces de 17 años. Empatamos 1 a 1. Ahí el alivio fue mío, que estaba más curtido.
Ahora entiendo todo. Mateo, acompañado de su primo -que ya vivió algún sufrimiento menor- nació en el 2002. Ya fue campeón desde la panza de la mamá en diciembre de 2001, después de 35 años de sequía local.
Mateo se cansó de dar vueltas olímpicas… ya suma 8 en 23 años. Está mal acostumbrado, eso es.
Ahora la tristeza pasa por no llegar a una final de Copa Libertadores. ¡Mirá si cambiaron los tiempos de Racing!
Además, hoy la tristeza será efímera. Y mañana… mañana que la extiendan urgente el contrato a Gustavo Costas.
Me voy a dormir… pensando cómo no entró ese cabezazo de Conechny en el primer tiempo, o el remate de Santi Solari apenas alto, o la última de Vietto…
“No era para nosotros; esta vez no era”, eso me digo, y eso les digo a Mateo y a Matías.
¡Ojo!, me voy a dormir tranquilo… pero todavía no puedo pegar un ojo. Cómo voy a pegar un ojo si nos sacaron de la Copa con un gol que nos hicimos en contra en Brasil.
“Tranquilo”, eso me digo.
“Tranquilo las pelotas”, eso me respondo. Las pelotas que no entraron.
