Más del 40% del maíz sembrado en la provincia de San Luis ya fue cosechado, con resultados que superan ampliamente las expectativas iniciales. A pesar de la pérdida de algo más de 4.000 hectáreas por diversas contingencias climáticas, aún restan por trillar 179.058 hectáreas, que se encuentran en condiciones óptimas para su recolección. Así lo indica el último informe de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires (BCBA), que confirma un rendimiento promedio de 6.750 kilos por hectárea, cifra muy por encima de los registros históricos de las últimas seis campañas.
Hasta esta semana, la producción acumulada alcanza 877.903 toneladas, lo que augura una campaña robusta que podría igualar o incluso superar el promedio de los últimos años, en los que San Luis ha mantenido una producción anual superior a 1,5 millones de toneladas de maíz.
Uno de los datos más relevantes que refleja la dinámica productiva del maíz en San Luis es el alto consumo interno, que ya supera las 800.000 toneladas anuales. Esto significa que más del 50% de la producciónseis campañas, se observa una fuerte variabilidad, marcada principalmente por factores climáticos.
La mejor campaña del período fue la 2020/21, con un promedio de 6.440 kilos por hectárea, mientras que la peor fue la 2019/20, afectada por una severa sequía, con solo 3.600 kilos. En los últimos tres ciclos, los rendimientos se estabilizaron entre los 4.500 y 4.700 kilos, mostrando cierta recuperación tras las pérdidas extremas de la década.
La notable mejora del rendimiento en la campaña actual responde, en gran parte, a un conjunto de prácticas agronómicas adaptadas a las condiciones semiáridas de San Luis. Entre los factores más determinantes se destacan el estrés hídrico y manejo del agua.
En ambientes de baja disponibilidad hídrica, la fecha de siembra juega un papel fundamental. Estudios y ensayos del INTA San Luis confirman que postergar la siembra permite aprovechar mejor la humedad residual del suelo, lo que mejora la floración y reduce el estrés durante los momentos críticos del cultivo. Incluso en lotes de secano, estos ajustes mejoran la eficiencia en el uso del agua.
Investigaciones en campos de Villa Mercedes demostraron que una densidad óptima de 55.000 plantas por hectárea, combinada con una siembra tardía, optimiza el uso de recursos y mejora el rendimiento. Esta estrategia permite reducir la competencia entre plantas y adaptarse mejor a las condiciones de cada campaña.
El contenido de nitrógeno disponible en el suelo al momento de la siembra es otro factor decisivo. Ensayos realizados en la región han demostrado que, incluso con disponibilidad hídrica adecuada, la deficiencia de nitrógeno puede limitar gravemente el rendimiento. Una fertilización balanceada desde el inicio del ciclo es clave para alcanzar los potenciales productivos.
En los últimos años, el achaparramiento del maíz, enfermedad transmitida por la chicharrita (Dalbulus maidis), ha provocado pérdidas de entre 16 y 35% del rendimiento, según el híbrido y la región. Ante esta amenaza, se vuelve imprescindible la selección de híbridos resistentes, el monitoreo constante de vectores y la implementación de prácticas de control sanitario.
En resumen, la experiencia de San Luis en producción de maíz muestra que, aun en condiciones adversas, es posible alcanzar rendimientos excepcionales si se integran correctamente una serie de decisiones agronómicas.
Entre esas decisiones se destaca una siembra ligeramente más tardía, para sincronizar la floración con condiciones más favorables en marzo; ajuste de la densidad poblacional a niveles intermedios, en torno a las 55.000 plantas por hectárea; garantía de una fertilización nitrogenada adecuada desde el inicio y control eficaz de enfermedades, particularmente las transmitidas por vectores.
Estas prácticas explican por qué en algunas campañas se alcanzaron más de 6.400 kilos por hectárea y, en otras, apenas se superaron los 3.600. En definitiva, San Luis se consolida como una de las provincias que más ha aprendido a ajustar sus estrategias agrícolas a las condiciones del entorno, lo que le permite mantener una producción estable, eficiente y con alto valor agregado local.
El presente ciclo 2024/25 parece consolidar esa tendencia, con una cosecha que avanza a buen ritmo y se perfila para dejar cifras récord tanto en volumen como en calidad del grano.