La Iglesia católica vivió ayer uno de los momentos más trascendentales de su historia reciente: la despedida del papa Francisco y el inicio del proceso que definirá a su sucesor, informó el portal El Cronista.
Jorge Bergoglio falleció el lunes en el Vaticano, a los 88 años, y con su muerte se activó el protocolo de sede vacante, el período en el que el trono de San Pedro permanece sin ocupante hasta la elección de un nuevo pontífice. Según los medios, más de 20 mil fieles visitaron el féretro de Francisco y El Vaticano espera para el próximo sábado medio millón de personas.
El cuerpo del papa Francisco fue trasladado ayer desde la capilla de la residencia Casa Santa Marta a la basílica de San Pedro durante una procesión que fue seguida por un servicio dirigido por el camarlengo Kevin Joseph Farrell, el cardenal encargado de hacer los arreglos para el funeral que se realizará el próximo sábado y para el cónclave en las próximas semanas.
La procesión recorrió la plaza de Santa Marta y la plaza de los Protomartiri Romani, pasando por el Arco de las Campanas y adentrándose en la plaza de San Pedro, antes de entrar en la basílica por la puerta central. El ataúd del Sumo Pontífice fue colocado en el altar de la confesión, un espacio sagrado frente al altar mayor, sobre la tumba de San Pedro, el primer pontífice. Los cardenales presentes en la basílica se acercaron al féretro en parejas para presentar sus respetos.
Como parte del esfuerzo de Francisco por simplificar los ritos funerarios papales, su cuerpo yace en un ataúd de madera abierto, habiendo eliminado la tradición de tener tres ataúdes de ciprés, plomo y roble.
Bergoglio será sepultado en la Basílica de Santa María la Mayor, en la capital italiana, un deseo que él mismo dejó por escrito en su testamento. La tumba, situada en la Capilla Paulina, será sobria, sin adornos ni epitafios, y llevará sólo su nombre en latín: Franciscus.