De cemento, de bronce o de piedra. Sea cual sea el material, hay esculturas que en realidad están hechas de historias. Y aunque parezcan rígidas, en realidad se mueven al compás de las ciudades y de quienes las habitan. Y en Villa Mercedes hay una que ha convivido con los pasos de niños inquietos que alguna vez intentaron treparla, con la indiferencia de los jóvenes que se divierten a sus alrededores y que también ha visto el crecimiento de una localidad que se expande sin freno. El “Monumento Ecuestre al General José de San Martín” cumplió 80 años.
Desde el 5 de abril de 1945, la figura está en el centro de la plaza también denominada San Martín y se volvió un punto neurálgico de la ciudad, tanto por su ubicación como por su importancia simbólica. Porque es prácticamente un eje que une a los poderes Ejecutivo y Legislativo, el edificio de la Municipalidad con el del Concejo Deliberante. Y también porque ese espacio verde que preside y mira desde lo alto, es uno de los más elegidos por cientos de mercedinos que todos los días y, principalmente los fines de semana, se sientan a tomar mates y pasar sus tardes.
El sábado, la escultura fue la protagonista de un acto para homenajear sus memorias y sus ocho décadas de permanencia. Allí estuvieron presentes el senador provincial Adolfo Castro Luna, la viceintendenta Silvina Galetto, concejales, funcionarios, veteranos y ex combatientes de Malvinas, instituciones y vecinos. Colocaron una placa a sus pies y la licenciada Stella Maris Curti, presidenta de la Junta de Estudios Históricos de Villa Mercedes, fue la encargada de compartir una reseña histórica.
Contó que en 1944 la ciudad conformó una comisión “con la intención de erigir en la Plaza Justo Daract, un monumento que honrara la memoria de San Martín, dado a que ya existían otros monumentos como el del General Pedernera, discípulo del Libertador y aún no del forjador de la hazaña inmortal”. El 22 de septiembre de ese año colocaron la piedra fundamental con la participación de diferentes autoridades, entre ellas la del primer Obispo diocesano de San Luis, Monseñor Pedro Dionisio Tibiletti.
La historiadora recordó que en durante el siglo XIX y mediados del siglo XX proliferaron las “obras escultóricas apoteóticas, exuberantes monumentos, cuyos materiales valiosos, deslumbrantes e imperecederos pretendían perpetuar la memoria a través de los años, para las futuras generaciones”. Y entre 1944 y 1946 era presidida por un gobierno militar, el de Edelmiro Julián Farrell, mientras que en nuestra provincia Agustín Rodríguez Jurado oficiaba de interventor. “Durante ese y otros períodos similares se priorizaron las gestas militares y homenajes a dichos protagonistas”, planteó en su escrito.
La escultura parece ser una “imitación” de una serie de monumentos ecuestres que se ejecutaron con el mismo molde en varios espacios verdes del país en aquella época, bajo la supervisión del Instituto Nacional Sanmartiniano. “El basamento se realizó en granito de 84.000 kilógramos, material donado por Don Humberto Gobelli, sobre una mampostería de ladrillo con estructura reforzada, con una fuente cual manantial que emerge de las montañas”, describió Curti.
Durante la noche, la figura del prócer, con su uniforme y montando su caballo mientras señala el horizonte, fue iluminada de azul como un signo de respeto. “Pasaron 80 años y el ecuestre de uno de los hombres más preclaros de nuestra historia, ha resistido el paso del tiempo, los grafitis, pintadas y panfleteadas. Lo cierto es que el 5 de abril de 1945, (aniversario de la batalla de Maipú o Maipó en tierras chilenas) un grupo de ciudadanos inauguró un monumento (que financió con gran sacrificio), incentivados por la necesidad de perpetuar la figura de San Martín, conforme a los cánones artísticos y concepciones de su época; es nuestra responsabilidad cuidarlo y preservarlo”, remarcó la historiadora.