Investigaciones indican que la falta de luz natural en los entornos laborales daña la salud mental y física. Se recomienda realizar los descansos o pausas en exteriores o cerca de ventanales.
Desde que está en el mundo, el ser humano ha organizado sus hábitos y rituales cotidianos en función de la luz solar. Pero durante los últimos 100-150 años, ha empezado “a aislar su cuerpo de la luz solar”, a vivir y trabajar en interiores con intensidades de luz artificial mucho menores, comparadas con los miles de lux que tiene la luz natural, ha referido Juan Antonio Madrid, catedrático de Fisiología de la Universidad de Murcia, en una nota publicada por el diario español El País. “Es curioso, porque nuestro ojo no percibe esa diferencia, pero lo cierto es que no podemos pasarnos la vida en interiores sin contacto con la luz solar”, aseguró el investigador, quien recomendó al menos dos horas diarias de exposición a la luz natural del sol, preferentemente en la primera mitad de la jornada. El consejo parte de estudios comparativos realizados entre trabajadores que realizan su labor en entornos donde hay ventanas y, por ende, acceso al sol y aquellos que no disponen de esas condiciones. Por caso, según una investigación de 2015 publicada en Chronobiology International, la baja exposición a la luz natural en el trabajo está vinculada con niveles altos de cortisol (la hormona del estrés) y niveles más bajos de melatonina (la hormona del sueño) durante la noche, lo que a su vez se relaciona con síntomas depresivos y peor calidad de vida.
Los especialistas explican que cuando se torna normal hacer las labores diarias sin acceder a luz natural, lo que se reduce, en definitiva, es la diferencia entre la noche y el día, que es esencial para el correcto funcionamiento del reloj biológico y el ciclo natural de cambios físicos, mentales y de comportamiento que experimenta el cuerpo durante las 24 horas.
Los efectos de esta desregulación son múltiples, pero sin dudas, uno de los que tiene mayor impacto en la salud es el sueño. Los científicos han hallado evidencia de que para una correcta síntesis y secreción de melatonina durante la noche es esencial exponerse a luz natural a primera hora de la mañana. Si no se sintetiza melatonina, conciliar el sueño puede ser difícil. Y, en caso de lograr dormir, el sueño será más liviano y menos reparador.
Disponer de acceso a la luz solar en el trabajo reduce el cansancio y mejora el rendimiento. Por contraposición, cuando hay carencia de ella en esos ámbitos, son más frecuentes los dolores de cabeza, la fatiga ocular y las molestias en general. Y esto repercute en la capacidad de respuesta, en la concentración, en la productividad y en la calidad del trabajo realizado. El impacto emocional de trabajar en entornos sin ventanas puede ser fuerte para algunos trabajadores: el aire carece de calidad, se reduce la noción del paso del tiempo y se incrementa la sensación de enclaustramiento, lo que a su vez aumenta la tensión, el estrés, el mal humor, la depresión y el deseo de salir cuanto antes de ese lugar. En síntesis, se genera una mayor predisposición a la enfermedad.
¿Cómo mejorar o suplir la falta de luz en lugares de trabajo? Dado que lo ideal es exponerse a la luz natural en exteriores, sobre todo a la mañana bien temprano, una de las formas de contrarrestar los efectos negativos de la falta de luz en el puesto de trabajo podría ser que, en la medida de lo posible, los empleados vayan y regresen del trabajo a pie. También se recomienda que realicen los descansos (para comer, por ejemplo) en exteriores o cerca de ventanales y que salgan afuera siempre que tengan oportunidad (por ejemplo, para realizar una llamada breve).
Otro consejo es el uso de sistemas de luz RGB que traten de simular los porcentajes de radiación que emite la luz solar, además de la utilización de luces dinámicas (luz blanca durante el día y cálida durante la noche) para aparentar mejor la luz solar en los trabajos que tienen horarios de tarde o tarde- noche.