Así operaban las bandas narcos que ingresaban droga de Perú

Su líder sería Juan Carlos Insúa. Introducían cocaína a San Luis desde Buenos Aires. Estarían conectados a otro grupo que funcionaba en Villa Mercedes.

El 21 de mayo pasado, decenas de policías de la Provincia y efectivos de Gendarmería Nacional, en simultáneo y sin previo aviso, irrumpieron en 23 domicilios de Villa Mercedes, Merlo, Santa Rosa del Conlara y Carpintería. Después de meses de averiguaciones de parte de la Justicia Federal, tenían un dato certero: esos lugares estaban ligados a la venta de estupefacientes y no precisamente de aquella que se hace al menudeo, sino de esa que se recibe de primera mano, la conectada a los cabecillas que se encargan de negociar, recibir e ingresar la droga a la provincia.

Detuvieron, en principio, a unas 13 personas. Secuestraron vehículos de todo tipo, armas de fuego, pesos, dólares, hasta una máquina para contar esos billetes y, claro, cocaína y marihuana. La banda se caía a pedazos.

Su líder Juan Carlos Insúa no era un desconocido para los federales, el sindicalista ya había sido procesado el año pasado cuando lo sorprendieron en La Punilla tratando de entrar droga blanca. Los cabecillas de esta banda que le compraba la sustancia a un cartel peruano, desde Buenos Aires, y la distribuía entre Merlo y Villa Mercedes, siendo la ciudad de la Calle Angosta el epicentro de todo, están ya tras las rejas. Pero los eslabones de esa larga cadena de narcocriminales todavía sigue.

A mitad de semana, cayó otra supuesta miembro, una mujer que vivía con el jefe de todos. Insúa no es cualquier vecino, es un sindicalista del mundo de la carne, tiene conexiones, medios para moverse y se valió de todo eso para expandir su negocio, el de los estupefacientes. En su reciente visita al Juzgado Federal de Villa Mercedes, donde se reunió con el juez Juan Carlos Nacul, la Ministra de Seguridad, Nancy Sosa, fue contundente acerca de cuál es la postura frente al tráfico y comercio de drogas. “Sabemos todo lo que abarca el narcotráfico. La generación de poder, la generación de dinero, y sabemos que están todos los estratos involucrados. Ya no importa quién sea. La batalla está dada”, dijo y enfatizó: “Cuando vemos un sindicalista que aporta para una campaña política, que tiene conexiones, sabemos que eso está ramificado en todos lados, y sabemos que se usa el poder político para la impunidad. Tenemos que terminar con eso”.

“El patrón del norte”

El arresto del sindicalista el 18 de junio del año pasado, en el que le hallaron un ladrillo de marihuana, fue la punta del ovillo de la poderosa banda que operaba a la par de otra en San Luis. Insúa fue sorprendido junto a Natalia Amar, volvían de Buenos Aires y se dirigían a Merlo, donde la mujer regenteaba un “kiosco” de drogas.

El ladrillo pesaba poco más de un kilo y valía unos 15 millones de pesos. Pero lo más llamativo de todo fue la marca de un delfín que tenía el paquete que, en el mundo de los narcos, suele estar vinculado al cartel de Delfín Reinaldo Castedo, también llamado “El patrón del norte”. El uso de ese logo no es solo para identificar de dónde viene, sino también la calidad del producto.

En otro allanamiento, en Los Molles, cayó otro de los presuntos cabecillas: Raúl Ramayo. En su vivienda le incautaron restos de plantas de marihuana, sus semillas y una balanza de precisión para pesar cocaína.

La ruta de la droga

Las averiguaciones indican que las sustancias que entraban a San Luis eran compradas a un cartel peruano que operaba en Buenos Aires. Presumen que el estupefaciente ingresaba al país a través de Bolivia.

Además del sindicalista, también cayó su hijo porque, al parecer, el manejo que le daban al negocio era de tinte familiar. El joven está sospechado de proveer los vehículos para que los revendedores se movieran en Merlo. En Recoleta, por otro lado, arrestaron a un empleado de Aerolíneas Argentinas, según la investigación federal, está involucrado en la logística, el transporte de los estupefacientes y de dinero.

En Los Comechingones operaban, entre otros, revendedores de Merlo, Carpintería y del Valle del Conlara, como Santa Rosa, además existía una conexión con un vendedor en Villa Mercedes. El eslabón villamercedino recibía la mercadería durante la noche, a las afueras de la ciudad, y era uno de los más activos porque el negocio en Villa Mercedes iba viento en popa. La demanda no mermaba, y exigía entre cinco y seis kilos todas las semanas.

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