Hace 45 años Argentina estuvo a horas de ir a la guerra con el país vecino por diferencias limítrofes en el canal de Beagle. San Luis se preparaba para el conflicto con simulacros y apagones.
Apagón. Suena la sirena de los bomberos voluntarios de El Fortín y solo la Policía y el Ejército ocupan las calles. El tránsito sobre la Ruta 7 está cortado y el Zonda detuvo sus 14 vagones y bajó las cortinas de sus ventanas para que no se cuele ni un mínimo haz de luz. En medio de la penumbra, solo se escucha el zumbido de un Douglas DC3 de la V Brigada Aérea que sobrevuela la ciudad. Son las 10 de la noche del miércoles 13 de diciembre de 1978 y a esa hora, los directores de Obras Sanitarias y de la empresa provincial de energía eléctrica (SESLEP), están de guardia en sus puestos.
Toda la escena es parte de un simulacro, el tercero que ordenó en menos de 45 días el Comando de Emergencia Municipal de Villa Mercedes. En la ciudad de San Luis se repetían imágenes similares, mientras a cientos de kilómetros la correspondencia diplomática entre Santiago de Chile y Buenos Aires no encuentra una salida al conflicto limítrofe en el Canal de Beagle.
La guerra es inevitable. Pero la mayoría de la población no lo sabe y toma los apagones como una imposición más de la dictadura que gobierna el país, la provincia, la ciudad. Dejar durante una hora todo a oscuras es parte de los ejercicios de defensa que ensaya el gobierno militar ante la hipótesis cada vez más real de un conflicto armado. En tiempos donde el GPS y los instrumentos satelitales casi no existían, la oscuridad era el mejor camuflaje posible frente a la aviación chilena que, del otro lado de la cordillera, también se preparaba para una guerra y sabía que apenas atravesara los picos nevados y entrara a territorio argentino se encontraría con un racimo de ciudades que serían un posible blanco fácil.
Hace 45 años la Noche de Paz de Navidad estuvo en peligro. El 22 de diciembre de1978 era el indicado como el día “D” para iniciar una guerra como salida a diferencias limítrofes entre Argentina y Chile. En 1977 un laudo arbitral de Gran Bretaña había dictaminado que las islas Picton, Nueva y Lennox pertenecían a Chile. La decisión no solo significaba perder territorio, sino que le abría Chile el derecho a una proyección marítima de 200 millas en sobre el Océano Atlántico.
El fallo fue rechazado por el gobierno argentino y disparó un operativo de presión militar que fue en aumento hasta llegar a la “Operación Soberanía” que tenía como objetivo no solo ocupar las islas en disputa, sino también invadir territorio chileno.
El plan se puso en marcha la noche del 21 al 22 de diciembre de 1978. A las 20 del día 22 la flota de mar y el Batallón 5 de Infantería de Marina ocuparían las islas Freycinet, Hershell, Wollaston, Deceit, y Hornos. Dos horas más tarde los batallones 3 y 4 ocuparían las islas Picton, Nueva y Lennox, controlando el canal de Beagle.
La ofensiva contemplaba también atacar desde Santa Cruz, con infantería y el respaldo de la Fuerza Aérea, la zona patagónica chilena. Mas arriba en el mapa habría otro ataque en la zona del Paso Los Libertadores – Paso Maipo y Paso Puyehue (hoy Paso Fronterizo Cardenal Samoré). Y más ambicioso aún era el plan de invadir el centro del país ocupando los alrededores de Santiago y, si era posible, Valparaíso.
“Aborten el ataque”
Con el operativo en marcha una fuerte tormenta demoró el inicio de las operaciones sobre el Canal de Beagle. Mientras, Buenos Aires recibía una noticia clave: el Papa Juan Pablo II ofrecía mediar en el conflicto. La Junta Militar no pudo desoír el mensaje y envió la orden a todos los mandos: “Aborten el ataque”. Algunos la aceptaron a regañadientes.
Con intermediación del Papa, el 8 de enero de 1979 se firmó el acta de Montevideo donde los gobiernos se comprometían a no hacer uso de la fuerza. El 12 de diciembre de 1980 la Santa Sede dio a conocer su propuesta limítrofe que daba las islas en disputa a Chile, mientras que la nueva franja marítima chilena sería zona económica compartida por Chile y la Argentina. El 25 de diciembre Chile aceptó. Los militares nunca se pronunciaron. El tema quedó zanjado cuando en 1984 el gobierno democrático de Raúl Alfonsín sometió la cuestión a un plebiscito nacional. Los argentinos aprobaron el acuerdo: el Sí obtuvo 82% de los sufragios.