Gargantas secas y un punto que da vida

Juventud y Estudiantes empataron 0 a 0 en el “Bajo”. A 4 fechas del final, el “Juve” sigue entre los 5 equipos que pasan a los playoffs, y el “Verde” acortó distancia, pero no pudo escapar del descenso directo.
Matías Ruiz Sosa y Santino Moya lucha por la pelota. Foto: Nicolás Varvara.

Pintaba par ser el clásico más picante de la historia de ambos en torneos de la AFA.

Fueron casi 100 minutos de tensión y con poca emoción. Sellaron el cuarto empate de la temporada y el primero que se cerró con las gargantas secas (3-3 amistoso, y dos 1-1 oficiales, antes del derby de hoy).

El juego en el “Bajo”, ante un muy buen marco de público exclusivamente auriazul, fue típico de cualquier clásico de estas latitudes.

Juventud fue paciente, casi como un calco de su lugar en las posiciones y de su lejanía con el descenso.

A Estudiantes se lo observó apurado y moviéndose como un manojo de nervios, coincidente con su desgastante escenario de responder para no perder la categoría.

El 0 a 0 de la 5ª fecha de la Reválida del Federal A se explica partiendo el juego por la mitad.

Hubo equilibrio en las acciones del primer tiempo, con mejores rasgos del “Verde”, ante un local que ubicó a Julián Giménez de volante central replegado, parado casi a la par de los defensores centrales, cortando circuitos ajenos pero cediendo terreno.

Y en el segundo segmento, el local se quedó casi de movida con 10 jugadores, por falta de último recurso de Gabriel Ojeda contra Franco Cabrera, que iba camino al gol. Desde ese momento (la expulsión del defensor y capitán fue a los 8 minutos) el visitante no tuvo ideas ni argumentos para poner a un futbolista de cara al arco de César Taborda. Y cuando lo hizo, el árbitro César Ceballos dejó el único gris: cobró falta en la disputa aérea de Cabrera a Taborda, en una jugada que terminó con Santiago Lebus empujando la bola a la red. Gol inválido.

Juventud arrancó el complemento con Lautaro Pérez copando la parada a la par de Martín Gómez, ya sin Giménez en cancha. Eso posicionó al “Juve” más arriba, pero la expulsión hizo replegar a Pérez al lado de Matías Godoy.

El anfitrión, disimuló tener un jugador menos y se animó. Lo hizo ante la inoperancia estudiantil, que jugó cortas todas las pelotas que debían ser largas, y dejó largas las acciones que pedían ser cortas y asociadas.

De la pegada de Tomás Garro, el local centralizó dos tiros libres frontales, que encontraron muy buenas respuestas de Marcos Abrahín. El arquero primero actuó ante un cabezazo de Eber Garro; y después repentizó ante un disparó de Gerónimo Salinas.

Los conducidos por Darío Ortiz iban desorientados y recorrían un campo que cada vez les quedaba más largo. Con demasiado temor a perder, Estudiantes se quedó sin tiempo para atacar.

Además, los cambios del visitante no modificaron la dinámica, ni ofrecieron mejores opciones.

Los orientados por Hernán Vázquez se atrevieron, y un remate de Gómez, de afuere del área, se metía en el ángulo derecho, hasta que apareció el guante salvador de Abrahín: el “1” descolgó la pelota del ángulo, y a los 41 minutos salvó el incendio.

Uno se fue consciente de haber trabajado el partido correctamente, y de ser superior 10 vs. 11. Sigue entre los mejores del grupo. Eso sí, al rival de la ciudad no le dio el empujón al descenso que idearon sus hinchas. Ése fue Juventud.

El otro apretó el puño por el punto (al final del camino veremos si fue un punto importante), siente que cortó las malas energías que rondaban a su alrededor y, aunque en zona de descenso directo y sin aptitud para ganar 11 vs. 10, sabe que el fixture está de su lado y que depende de su propia producción. Ése es Estudiantes.

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